A mi hijo mas grande se le había comprado una bicicleta, que se daño en poco menos de 8 meses, la cual el usó con rueditas siempre.
Al pasar unos años, le compre una a mi segundo hijo y otra al primero, ambas con rueditas.
Un día me decidí y los lleve por separado al parque con un alicate en la mano, les dije “miren, hoy perdieron una ruedita, ese coro de dos ruedas no está. Resuelvan con una sola.”
Ese día hubo mucho miedo, y mucho pendejismo, pero nada, no se estropearon los muchachos.... Les explique que ellos no sabían montar bici porque no se habían estrellado y guayado un lado, que hasta que eso no pase, no saben montar.
Primer día con una rueda el más grande cogió un poco de lucha, el segundo cogió muchísima lucha y le fue muy difícil montar.
La próxima semana llevo a al grande para el parque alicate en mano, le dije “ya ese coro de ruedita no está, te fuiste sin ruedas”, puso los ojos como dos huevo frito con la yema entera, pero nada, cuando toca toca.... Voy preparado a pasarme el día entero agarrando el sillín y huyendo para riba y para bajo... Primer intento: agarro mi sillín, y le digo dale.... El carajito sale disparado que no lo alcanzo.... Me siento engañado... El azaroso sabía montar y ni él ni yo lo sabíamos....
Na misión cumplida con uno, en la tarde voy con el segundo con sus 5 añitos.... La misma historia... Que fraude, las rueditas eran un obstáculo, no una muleta.
Cuantas otras muletas usamos al criar nuestros hijos que no son más que obstáculos para su desarrollo.
Solo se ocurre algunas: cargarlo más de la cuenta, no dejar que se den golpes, evitarle las consecuencias de sus acciones, alimentarlos cuando deben estar durmiendo, alcanzarle el objeto que le da mucho trabajo alcanzar por su cuenta, etc.
Howard Marcalle
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